"... Os invito a la gran aventura,
y en esta aventura no se trata de rehacer espiritualmente
lo que otros hicieron antes que nosotros
porque nuestra aventura comienza mas allá.
Se trata de una creación nueva, totalmente nueva,
con todo lo que eso lleva de imprevisto, de riesgos, de azar.
una verdadera aventura
cuya meta es una victoria segura
pero cuyo camino es desconocido
y debe ser trazado paso a paso en lo inexplorado;
algo que jamás ha existido en este presente universo
y que ya no existirá jamás de la misma manera.

Si os interesa, pues bien.. uno se embarca,
de lo que os pueda pasar mañana.. no se nada..."

La Madre

15 feb 2010

La Reina de la Imaginación

Al llegar a las ruinas de Palmira, me hallaba tan cansado del viaje que me acosté sobre la hierba que crecía entre los pilares derribados por el tiempo. Parecían víctimas de alguna horrible guerra. Pensé, cómo algunas cosas, pese a estar en ruinas, son más estimadas que otras todavía vivas y en pie.
Cuando llegó la noche y las criaturas consintieron en compartir la túnica del silencio, sentí que algo flotaba a mi alrededor. Su aroma era como de incienso y sus efectos semejantes a los del vino. Lo bebí sin contenerme. Luego sentí como unas manos invisibles interferían con mi razón, bajaban mis párpados y abrían las cadenas que aprisionaban mi alma. Después, la tierra se sacudió, el cielo tembló y yo salté, empujado por una fuerza mágica. De pronto me hallé en un jardín de incomparable belleza, entre un coro de doncellas vestidas tan solo con su hermosura. Caminaron ante mi, sin que sus pies tocaran la hierba, mientras cantaban un himno de alabanza a los sueños del amor. Tocaban laúdes de marfil, con cuerdas de oro. Llegamos a un claro del bosque, en la mitad del cual se levantaba un trono con incrustaciones de piedras preciosas cuyos reflejos reproducían todos los colores del arco iris. Las doncellas se situaron a ambos lados del trono y elevaron un poco sus voces, mirando hacia un lugar de donde llegaba un perfume sutil de incienso y mirra. Una reina surgió de entre los árboles florecidos y caminó despacio hacia el trono, sentándose sobre él. En aquél preciso momento descendió una bandada de palomas blancas como la nieve y se posaron formando un arco a sus pies.
Doncellas y palomas comenzaron a cantar salmos en honor a la grandeza de la reina. Dos pilares de incienso se elevaron también glorificándola. Me puse en pie, mirando lo que ningún ojo humano había visto jamás y oyendo lo que ningún oído carnal jamás oyó.
Luego, al hacer la reina un gesto con la mano todo movimiento cesó. Entonces habló, y el sonido de su voz hizo temblar mi alma, como vibran las cuerdas del laúd al ser tocadas por la mano del músico. parecía que en aquél mágico lugar todas las cosas poseían oídos.

- "Te he llamado, hombre mortal. Soy la señora de los escenarios de la imaginación. Soy la reina del bosque de los sueños. Escucha mis palabras y difúndelas entre los seres humanos. Díles que la ciudad de la imaginación es como un banquete de bodas, pero su puerta esta guardada por un gigante que únicamente deja pasar a aquellos que llegan adecuadamente ataviados. díles que es el paraiso, guardado por el ángel del amor que tan sólo dejará pasar a los que llevan su marca en la frente.Que es un prado de fantasías, cuyos arroyos son dulces como el vino, cuyos pájaros cantan como ángeles y cuyo aire lleva la fragancia de las flores, pero sólo el hijo de los sueños podrá pasear por él. Dí a los hombres que les concedí un cáliz desbordante de felicidad, pero ellos, en su ignorancia, lo derramaron. Luego el ángel de la obscuridad lo llenó con amargura. Entonces bebieron de él y se emborracharon. Díles que jamás extraerán una música agradable de la lira de la vida, mientras sus dedos no toquen mi cinturón y sus ojos no divisen mi trono.
Los versos de Isaías fueron perlas de sabiduría que el unió con los hilos de mi amor. Con mi lengua relató Juan su visión. fuí yo quien guió a Dante a través de los reinos de los espíritus. Soy la metáfora que abraza a la realidad y la realidad que revela la unidad del alma, el testimonio que justifica el hacer de los dioses. díles que el pensamiento tiene una patria mucho mas espléndida que el mundo de las cosas visibles, cuyo cielo jamás es obscurecido por las nubes de la infelicidad. Díles que todo cuanto imaginan es dibujado en el cielo de los dioses y reflejado en el espejo de sus almas. Así, cuando se liberen de esa vida inferior sabrán que hay mucho más."

Con una mágica mirada la Reina de la Imaginación me atrajo hacia ella y besó mis ardientes labios,
- "Y díles: todo aquel que no vive en el teatro de los sueños no es sino un pobre esclavo todos los días de su vida."

Entonces las voces de las doncellas se elevaron, los pilares de incienso volvieron a aparecer y la visión desapareció. Luego la tierra se sacudió, el cielo tembló y yo me hallé de nuevo entre las tristes ruinas. El alba comenzaba a sonreir, pero entre mi lengua y mis labios permanecían sus palabras: "Todo aquel que no vive en el teatro de los sueños no es sino un esclavo todos los días de su vida."

"La Reina de la Imaginación" El amado
Kahlil Gibran

7 feb 2010

cómo ser un guerrero

Desde el gran espejo cósmico,
sin comienzo y sin final,
se manifestó la sociedad humana.
En aquel momento surgieron liberación y confusión.
Cuando aparecieron el temor y la duda
frente a la confianza que es primordialmente libre,
se alzaron innumerables multitudes de cobardes.
Cuando en la confianza que es primordialmente libre
se halló ejemplo a seguir y deleite,
se alzaron innumerables huestes de guerreros.
Y las multitudes innumerables de cobardes
se ocultaron en cavernas y selvas.
Mataron a sus hermanos para comerse su carne,
siguieron el ejemplo de las bestias,
provocaron el terror unos en otros;
se quitaron así la propia vida.
Atizaron un inmenso fuego de odio,
enturbiaron sin cesar el río de la lujuria,
se sumieron en el fango de la pereza:
así apareció la edad del hombre y las plagas.

De quienes se dedicaron a la confianza primordial,
las múltiples huestes de guerreros,
algunos fueron alas altas montañas
a erigir hermosos castillos de cristal.
Otros a comarcas de bellos lagos e islas
a levantar palacios fabulosos.
Y otros más a las plácidas llanuras
fueron a sembrar arroz, cebada y trigo.
Siempre sin conflictos ni disputas,
amables siempre, y generosos.
Sin recibir estímulo, mediante su insondabilidad que
por si sola existe,
estuvieron siempre dedicados al Ridgen imperial.


Shambhala
Chögyam Trungpa